Asador giratorio a leña










Un inventor con ingenio renovable

De contextura mediana, pelo canoso, Néstor Rillo, viste siempre -según sus palabras- con una bombacha de campo, con una camisa a cuadros y un pañuelo al cuello. Tiene un hablar que denuncia su sencillez y simpleza por la vida. Con casi 60 años, su curtida piel por el sol, detalla en cada surco su experiencia y sus palabras solo adornan su vocación de casi un servidor público.

Me reuní con el ingeniero Rillo en un fortuito encuentro, y nos unió una charla organizada por Gustavo Tito, director del Instituto para la Pequeña Agricultura Familiar situado en la localidad de Villa Elisa. La charla fue breve pero intensa, donde el inventor dejo entrever que solo le interesa trabajar para las familias de menos recursos. Mientras conversábamos, me entere que fue candidato a primer concejal suplente por el partido justicialista, en mayo de este año. Con el solo animo de sumar mas para la gente acoto.

El ingeniero, es el inventor de la parrilla sin humo y sin olor, o como mejor se la conoce comercialmente, el asador giratorio. En sus primeras palabras cuenta que, “hace treinta años que vivo en Cañuelas, es mi lugar en el mundo y voy a seguir trabajando y tratando de solucionar los problemas de las personas de escasos recursos. Este es un invento para ellos, y su costo de fabricación es menor a 8 kilos de asado”.

Por otra parte, me decia: “mis premisas son claras, colaboro y trabajo con un grupo de ayuda a familias productoras de Cañuelas y hoy me encuentro acá convocado por Gustavo para hacer mas de lo mió, estar, charlar y producir para la gente. No me interesa ninguna ganancia personal de lo que hago, ni económica, ni política, solo ver que la gente tenga menos necesidades de las que padecen, y sobre todo, los que cuentan con tan pocos recursos económicos”.

Mientras Rillo me explicaba que la cocción en su asador es más sana, -señalaba con su mano, el horno que esta en el instituto y que se adquirió para hacer asados a los compañeros del lugar y a todos los agasajados por el director del instituto-.
Claro que también obra como modelo para mostrar todas las bondades de una de las herramientas de las energías renovables a todos los visitantes.

Además, el ingeniero aseguraba que los alimentos no toman el gusto de los gases del combustible, porque están aislados del centro de donde se ubica el fuego y la comida mantiene la textura en cuanto a sabor y color, y se puede asar hasta 10 kilos de carne por vez. El tiempo de cocción –acotaba Néstor- es similar al de cualquier parrilla y posee una bandeja donde se deposita la grasa. Con un costo aproximado de construcción de alrededor de 150 pesos, el asador, solo pesa 9 kilos.

Las ventajas son muchas, el costo es bajo, el mantenimiento mínimo y el pensamiento en la gente de menos recursos el mas grande. Mientras el relato del ingeniero continuaba, los ojos se le iban poniendo vidriosos a medida la charla se extendía y la emoción podía ya verse en su rostro –vagando su mente, quizás, en algún triste recuerdo-, que por su sencillez y simpleza dejaba traslucir un hombre de bien que solo buscaba paliar las necesidades de las familias que menos tienen, desde un lugar que seguramente bien se tiene ganado como viejo vecino del partido de Cañuelas.

Sin saber bien que estaría pensando Néstor durante la charla, el ingeniero quebró varias veces su voz y con sus ojos vidriosos, ya casi al final del encuentro me extendió su mano y apretándome fuerte la mía, me dijo “para lo que gustes y cuando gustes siempre y cuando sea por la gente…”


Encuentro de pequeñas familias productoras en el IPAF Pampeano de Villa Elisa

Alfredo Nizmih